Entre la alegría de la recuperación y la euforia contenida del presente

El mundo del vino se mueve estos días entre la alegría de la recuperación y la euforia contenida de una cosecha que se presenta imprevisible y en el que la tristeza de algunos, por las pérdidas causadas como consecuencia de los factores climáticos, se mezcla con la alegría contenida de otros que esperan una cosecha buena y con buenos precios.
No obstante, el mercado es el mercado y todavía, al contrario de lo que sucede en otros sectores como el aceite de oliva, la oferta, en general, supera casi todos los años a la demanda, con excepción de algunas campañas, muy pocas, en que las desgracias se presentan de forma más o menos generalizada.
Las heladas de los últimos días en el norte de España (Bierzo, Rioja, Galicia…) se unen a las acaecidas en otros lugares de la geografía europea como Francia, muy castigada en áreas como Champaña, Borgoña o Loira; Suiza y algunos lugares de Centroeuropa y a las cosechas cortas de los países del hemisferio sur. Pero esa disminución clara de la cosecha y el temor de algunas de las grandes compañías comercializadoras de quedarse sin vino no se traduce de forma automática en una ingente subida de precios y de la demanda. El mercado es bastante más complicado y complejo que todo eso.
Si hay algunos actores que piensan que con la actual situación se van a quedar en casa a esperar que vengan a comprarles el vino, especialmente el de medio pelo para abajo, aviados van. Si es ese su pensamiento y su forma de actuar tienen muchas papeletas de quedarse compuestos y sin novia.
En España, en general, somos tan temperamentales que nos sentimos capaces de pasar de la euforia a la depresión y de la depresión a la euforia en cuestión de segundos. La campaña vitivinícola, como otras muchas, se presentan apasionante y es una buena oportunidad de vender más y mejores vinos, pero sin volvernos locos. Es un buen momento para incrementar la venta de los vinos a granel de calidad (monovarietales, con IGP o DOP), de abrir las puertas de nuevos mercados, de comenzar a pagar la uva con parámetros de calidad adecuados que premien a los buenos viticultores y no a los encharcacepas.
Pero para llegar ahí hacen falta varias cosas. La primera es tener la voluntad de vender más y mejor con un claro esfuerzo comercializador de asistencia a ferias nacionales e internacionales, con el incremento de contactos nacionales y foráneos, con una decidida apuesta por parte de la Interprofesional de conquistar el corazón de las nuevas generaciones de consumidores, con una clara visión de presente y de futuro.
El sector agroalimentario es claramente ajeno a la cultura del pelotazo. Es un sector que sobrevive a las crisis, pero con el que se generan beneficios menores, aunque constantes si se sabe hacer bien. Este año es una gran oportunidad. Aprovéchenla, viticultores y bodegueros, no sea que por creerse el ombligo del mundo terminen inundando de vino romerías, verbenas y festejos populares y degustando sopones de vino y azúcar como antaño.
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José Luis Murcia
Periodista. Presidente de AEPEV-FIJEV.
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Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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