¿Hemos invertido bien?
Hay un montón de recursos inmovilizados en los balances y nos quejamos de falta de liquidez. Como siempre, la culpa es del empedrado.
Estas fechas propensas a cierres, inventarios, comparaciones y propósitos para el nuevo año que nos amenaza; también son días para recordar. En el año ochenta y tantos un grupo de pipiolos visitábamos una bodega en Socuéllamos, preciosa. Cuando tras unos cristales vimos la embotelladora, el bodeguero -ya desaparecido- nos contó que no la usaba, le embotellaban fuera. Ante nuestro asombro nos explicó: así sé cuánto me cuesta cada botella.
En aquel momento no entendimos nada. Hoy estamos aprendiendo a la fuerza, en el sector vitivinícola hay mucho “aeropuerto sin viajeros”. Una industria en la que una buena parte de los activos se usan apenas un mes al año, no puede permitirse el lujo de hacer lo mismo con el resto.
Es necesaria una profunda reflexión y los técnicos debemos colaborar en ella. Gerentes y comerciales están con dos obsesiones: reducir costes y vender, es lo que los tiempos exigen, hacen bien; pero hace falta pausa para ver los errores cometidos, intentar paliar sus consecuencias y evitar que se repitan.
Hemos vivido una época gloriosa y cuando las subvenciones entraban por la puerta, el sentido común saltaba por la ventana. Se han hecho inversiones sin posibilidad de escalado -y si el año que viene ya no hay ayudas-, sobredimensionadas -por si crecemos- y muchas veces innecesarias. En demasiados casos las líneas a subvencionar las han definido las administraciones y no siempre han coincidido con las necesidades del sector.
¿Cuántas embotelladoras funcionan unos días al año? ¿Qué costes de mantenimiento tienen? ¿Cuánto cuesta ponerlas en marcha? ¿Cuántos juegos de cartuchos tiramos en estado perfecto? Esto es aplicable a filtros, centrifugadoras, equipos de refrigeración o cualquier otro activo.
No hemos sido ni austeros ni inteligentes, no hemos buscado aliados para compartir inversiones y gastos, no hemos sabido entender la necesidad de pasar costes fijos a variables. Como resultado nos hemos encontrado con unos costes de estructura sobredimensionados, unas cuentas de resultados penalizadas.
Como decía en el encabezado, hay un montón de recursos inmovilizados en los balances y nos quejamos de falta de liquidez. Y, como siempre, la culpa es del empedrado.
Javier Escobar
javier.escobar@elcorreodelvino.com
http://www.linkedin.com/in/javierescobardelatorre
Consultor y enólogo
Enólogo que escribe a ratos sobre los temas de los que sabe algo, o eso creo.
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