Paco Muñoz Cuerva: Se fue un grande
Una columna de Vicente Sánchez-Migallón y José Luis Murcia, con el sentimiento amargo de perder un amigo.
Probablemente Francisco Muñoz de Cuerva Sobrino, más conocido como Paco Cuerva , no tenía para la mayoría del mundo del vino la proyección mediática de otros ilustres enólogos que nos dejaron este año, pero sí tenía todo el entusiasmo del mundo como hombre del vino, toda la ilusión como gerente, bodeguero, enólogo y una visión empresarial, junto a su inseparable hermano Ramón, fuera de serie.
El pasado domingo nos despertó con la inesperada trágica noticia de su fallecimiento a los 51 años de edad. Él, que era todo corazón, cerró el libro de su vida víctima de una enfermedad que apenas le ha dado tregua para luchar contra la adversidad. Pero queda su legado. Un legado lleno de luces y esperanza que es Bodegas Naranjo.
Bodegas Naranjo nació en 1898 de la mano de Gaspar Naranjo Coello y, tras muchos avatares, la quinta generación, formada por Ramón y Paco, le ha imprimido el impulso necesario para convertirse en un referente de la vitivinicultura castellano-manchega. El padre de ambos ya había iniciado el camino, pero el empeño de esta ejemplar pareja ha sido vital para transformar la bodega en un negocio vinícola consolidado, popular y apreciado.
Paco era afabilidad, simpatía, saber estar, humildad, constancia y amor por el trabajo bien hecho. Llevaba su negocio con una mano izquierda digna de admiración y, junto a Ramón, formaba uno de los mejores tándems del sector vitivinícola español. Bodegas Naranjo es hoy mucho más que una bodega. Su trabajo a favor de la cultura y la música, con la programación de cientos de recitales, conciertos y espectáculos, es encomiable y sirve para lograr ese nexo de unión, tan deseado como necesario, entre vino y cultura.
Paco era, ante todo, un enamorado del vino. Ávido siempre por aprender, por estudiar, por experimentar, había transformado, siempre junto a su inseparable Ramón, una bodega tradicional en una empresa dinámica y vanguardista, en un proyecto de presente y de futuro. Había dado un impulso enorme a sus vinos con un espectacular incremento del embotellado y con la creación de varias marcas de referencia en la hostelería regional.
Su afán por innovar le había hecho poner en marcha una espectacular línea de vinos espumosos, una gama media-alta de vinos blancos y tintos con crianza y una presencia importante en certámenes como FENAVIN o Enofusión, donde se convirtieron en los últimos años en uno de los grandes referentes del vino de Castilla-La Mancha.
Pese a su juventud, esa juventud que de manera inmisericorde le ha robado la muerte, Paco deja un legado transformador de trabajo, investigación, posicionamiento de marca y honestidad; un legado que va a continuar Ramón y al que en poco tiempo podrían sumarse los hijos de Paco: Javier, estudiante de Enología que ya vivió dos vendimias junto a su progenitor, y Patricia, estudiante de Ingeniería Agrícola. A ellos, a Alejandra, su mujer; a Ramón y a todos sus familiares y amigos, nuestro más sentido pésame desde estas páginas.
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