El estatus social del vino ha subido

En apenas unos años el estatus social que tenía el vino ha subido enormemente, cosa que nos debe agradar.
El vino ha pasado, en la mayoría de los casos y sitios, de ser la bebida barata del pobre, del borrachín, a ser una bebida clasista, de élite y publicitada en todos sitios como bebida de los grandes momentos de la vida.
Confieso que la idea de este artículo me vino a raíz de leer la semana pasada el estupendo artículo de nuestro asiduo colaborador, José Luis Martínez. Al leerlo le di la razón y pensé en tratar el tema.
Efectivamente, hace unos años ¿quién bebía el vino? En los pueblos el vino se vendía en bares, pero también en esas tabernas, la de la escoba colgada en la puerta señalando que ahí se vendía vino, se daba en vasos de caña de cerveza y del jarro de barro que se rellenaba de la garrafa de arroba que se compraba directamente en bodega, a un precio barato, muy barato. Ese era el gran consumo de vino en la geografía española y era, por llamarlo de alguna manera, la bebida de los pobres. Si en películas españolas salía alguien de clase bebiendo, salía el brandy o el whisky, nunca el vino.
Ahora si nos fijamos, y más en las películas extranjeras que en las españolas, cuando se llega a casa después de la jornada de trabajo, en muchos casos, lo que se pone es una copa de vino, curiosamente blanco la mayoría de las veces si la película es norteamericana.
Cuando en los anuncios se quiere representar algo de lujo, con categoría, elegante, en la mesa o en la mano del modelo o de la modelo, siempre hay una copa de vino.
También, curiosamente, la mayoría de las veces que sale la copa de vino y alguien la coge, lo hace mal, cogiéndola con la mano de la copa en lugar del tallo. Si vemos la propaganda de un restaurante, siempre veremos una botella de vino en la mesa y en cualquier comida que se precie un poco, el vino es protagonista de la mesa, no solo eso, suele, además, ser foco de comentarios, sobre sus excelencias, maridajes, siendo de nuevo protagonista.
Con todo esto quiero decir que la visión del vino ha subido socialmente y se ha colocado en los niveles más altos. La consideración y valoración de una copa de vino ha pasado, en la mayoría de los casos, de ser denostada a ser sinónimo de cultura, de saber beber y de elegancia
Es verdad que en este ascenso, en este camino hemos perdido muchos consumidores, también por la introducción de otras bebidas que todos conocemos. También es cierto que hay una partida de vino “barato” que se utiliza para los calimochos y bebidas consideradas más baratas, que no están tan bien vistas, es cierto.
Luego tenemos derivados del vino, como la sangría, el tinto de verano, que aunque sean baratos no están mal vistos socialmente. Realmente hoy día lo peor visto, y es en muy poca cantidad, es el cartón de vino, cuando lo bebe una persona sola que está en la calle. ¿Cuántos de estos se ven a diario? La verdad es que no muchos.
Por esto podemos decir que el consumo de vino ha pasado de estar mal visto, a ser, siempre que se haga con moderación, un acto social, no elitista, que tampoco lo es, pero sí bien visto en todos sitios y por eso cada vez más gente se interesa por él.
Creo que este tema, interesante, se debería estudiar, desarrollar y sobre todo aprovechar mucho más, por el sector del vino español.
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Javier Sánchez-Migallón
Director Ediciones Albandea y El Correo del Vino
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