El consumidor inexperto favorecería los oligopolios, según un estudio de la UAM

Un algoritmo determina que el rol del consumidor es más importante de lo que la teoría económica sugería, puesto que sus decisiones de compra pueden restringir la competencia entre empresas, favoreciendo que unas pocas emerjan como líderes del mercado. Se sitúa así al consumidor al mismo nivel de importancia que la empresa. Los datos han sido demostrados con datos reales en sectores como el del vino. Esta nueva teoría explicaría el oligopolio de los vinos de gama media.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) han descubierto que la percepción que tiene el consumidor del producto puede favorecer la aparición de oligopolios, o de baja competencia.
La competencia empresarial no sólo interesa a los expertos, ya que también afecta a nuestros bolsillos en el día a día como consumidores. En situaciones de baja competencia, las empresas aprovechan su poder de mercado para, o bien disminuir la calidad del producto, o bien aumentar su precio, haciendo que la relación calidad-precio sea menor. Por este motivo, éste es un tema que nos debería preocupar como consumidores.
La teoría económica mayoritariamente aceptada considera que el nivel de competencia industrial depende únicamente de factores empresariales, centrándose especialmente en los costes fijos. Cuando éstos son muy elevados, actúan como barrera de entrada de competidores, favoreciendo la aparición de oligopolios o, incluso, monopolios.
Sin embargo, los nuevos resultados indican que la percepción del consumidor sobre cómo es el producto también puede restringir la competencia empresarial, favoreciendo la aparición de oligopolios.
Pero en este punto, serían los consumidores de nivel intermedio los que provocarían esta situación. Los consumidores expertos saben distinguir perfectamente un producto de otro, así como evaluar cada una de sus características y matices diferenciadores. Es precisamente esta capacidad para apreciar las características diferenciadoras entre productos, la que afecta a la competencia empresarial. Los consumidores no expertos, por su parte, perciben el producto de manera diferente, lo que ocasiona que ciertos matices existentes para el ojo experto, se tornen indistinguibles, generando el escenario perfecto para la aparición de ese ologopolio.
“Este resultado revoluciona toda la teoría establecida, pues posiciona al consumidor al mismo nivel de importancia que la empresa; como un agente activo y no pasivo del proceso competitivo”, señala Carlos M. Fernández, investigador participante en el estudio.
“Mediante un complejo algoritmo computacional, descubrimos que, tanto los consumidores expertos como los noveles, tienen el mismo efecto sobre la competencia: ambos la favorecen; mientras que los consumidores de nivel intermedio son, justamente, los que otorgan un poder excesivo a ciertas empresas, perjudicando gravemente el nivel de competencia”, continúa el co-autor del estudio.
Así, por ejemplo, el origen de grandes monopolios como el de Microsoft con su antiguo MS-DOS, podría explicarse en función de la dificultad inicial que presentaban los consumidores (hasta ese momento, altamente inexpertos) para encontrar diferencias entre los distintos sistemas operativos existentes.
“MS-DOS era un sistema operativo que, en sus orígenes, estaba más centrado en un nivel de usuario intermedio que otros de la competencia como UNIX”, recuerda el investigador. “Esto podría haber propiciado la concentración de poder en unas pocas empresas, de las que Microsoft, por este y otros motivos, emergió como líder”, reflexiona el autor.
“Estos resultados teóricos han sido confirmados con datos reales de la industria vinícola española, sugiriendo que, los grandes oligopolios, tienen lugar con vinos de gama media”, aclara Francisco J. Vázquez, también co-autor del trabajo.
Fuente: UAM Gazette
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