Modernizar el mundo del vino
Hace unos días se publicaba un artículo sobre la reunión que enólogos y catadores iban a celebrar para unificar criterios en cuanto a los términos empleados a la hora de describir un vino durante su cata.
No es mala idea, unificar criterios siempre es bueno, más de cara al público, ya sea neófito o entendido. Y, de paso, eliminar algunas referencias cursis, pedantes; hemos tenido que oír y leer calificaciones de características, aromas, sabores… que mejor no ponerlas para no descalificar algo tan hermoso como es el vino y su mundo. Aunque es una costumbre que tiende a desaparecer.
Tal vez esa forma de describir el vino haya generado un halo de misterio, de sapiencia suprema, que asustaba al consumidor, incapaz de sacar el aroma o la boca de “cuero de silla de montar inglesa” o de “mantequilla cortada con cuchillo de plata”, como personalmente he oído y leído.
Pero unificar demasiado tal vez provoque situaciones como la que leía el otro día en un artículo sobre la forma de calificar los vinos. En los concursos, como se unifica tanto, al final más o menos los criterios a calificar son los mismos, hay un estándar de vino sobre el que se tiene que amoldar todo vino. Tanto que si un vino se alejaba de este estándar predefinido, no valía para catar en determinados concursos, o por lo menos para ser bien calificado.
De este modo, si estamos encasillando un modelo de “vino perfecto”, estamos ciñendo demasiado el mundo del vino, y nunca un vino moderno, diferente, estará “bien visto”, o bien calificado en un concurso. Puede que se pierdan así nuevas tendencias, apartándolas por no amoldarse a los cánones prefijados.
Creo que hay que abrirse, que los encorsetamientos no son buenos. Luego hay vinos que casi “se hacen” para ser calificados por algún célebre gurú del vino internacional. Con esto nos encasillamos en un tipo de vino que acaba por gustar a mucha gente, pero limita el círculo de posibilidades.
Hay que abrir el mundo del vino, modernizarlo, dejar que se exprese a su manera y que sea el consumidor quien lo juzgue. No caigamos en el error de decirle al consumidor lo que debe beber, lo que es bueno o no. Esta postura la tenemos desde hace mucho tiempo y no funciona; a la vista está.
Más ahora, que vemos con alegría que el consumo de vinos aumenta en España. Si de verdad está despegando, tenemos la oportunidad de abrir puertas y ventanas y que entre el aire fresco en nuestro, a veces anquilosado, sector.
Javier Sánchez-Migallón
Director Ediciones Albandea y El Correo del Vino
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