La Mundial

Le ha faltado tiempo al nuevo Gobierno de Castilla-La Mancha, comunidad que acapara más de la mitad del viñedo nacional y casi la décima parte de la producción mundial, para decir que no va a seguir con la Cumbre Mundial del Vino, celebrada los dos últimos años en Toledo con el objetivo de ser el centro neurálgico del mundo báquico durante unos días.

Eso sí, han avanzado que se centrarán en FENAVIN, una feria de la que ya puede decirse que es la mejor feria sectorial de nuestro país, y así se lo han hecho saber al nuevo presidente de la Diputación de Ciudad Real.

Muchos hablaban de aquella como la “Cumbre de la Cospedal” y de un presupuesto desmesurado, al tiempo que criticaban que apenas se contara con el respaldo físico de bodegas y/o Consejos Reguladores, y de que toda la actividad se focalizara principalmente en su macrosalón de conferencias.

A pesar de que se descentralizaron actividades en toda la región y, de repente, los bares y restaurantes manchegos contaban con servilleteros personalizados, sumando actividades de jornadas abiertas de visitas a bodegas y museos, a nadie se le escapa que el programa estaba totalmente saturado. Y coincidían en horario indicaciones sobre los vinos de expertos como Pitu Roca con showrooms con importantes cocineros, reuniones sectoriales y ponencias sobre marketing, mercados, etc. A los que nos gusta el vino nos resultaba agotador poder atender a tantos frentes, a cual más interesante, atiborrado de contenidos que podrían haberse dosificado muchísimo más.

Pero, sin duda, en Castilla-La Mancha, si no es una Cumbre, habría que hacer, seguramente, muchos más actos y menos costosos con los que poder romper esa imagen inadecuada que aún se tiene en el imaginario colectivo de los vinos manchegos. Y la política habría que intentar dejarla a un lado, porque tropelías hemos visto desde todos los colores. Y si una fuerza desmantelaba la “Fundación Castilla-La Mancha Tierra de Viñedos”, otra había participado en medidas de reconversión de viñedo totalmente ilógicas o se había cargado la actividad de las antiguas Estaciones de Viticultura y Enología.

O habían rizado el rizo con desarrollos legislativos que han degenerado en Consejos Reguladores o Asociaciones Interprofesionales “ingobernables”, mientras muchas bodegas se frotan las manos por el beneficio que sacan por algunos de estos desaguisados y por la influencia que demuestran de forma solvente ante la Administración Regional.

Y los mismos comentarios y críticas feroces se han visto con unos u otros en el poder o en la oposición, preocupándose más del ruido que del mensaje, llevando al extremo esa obsesión de cargarse cualquier idea que una fuerza política no haya parido. No le llamen Cumbre, llámenlo de otra forma, pero hagan algo para que, como han dicho estos días desde Toledo, el mercado se vaya equilibrando con la calidad de la uva más que por la cantidad. Esas son palabras que suenan muy bien, pero, mientras todo caiga en la misma tolva de los millones y millones de litros de hectolitros que se producen, hacer una poda o una vendimia en verde será como quitarle un brazo a un viticultor, porque no siempre verá recompensado su esfuerzo.

Aunque me estoy centrando en la principal productora nacional, todo esto es extrapolable al resto. Por favor, hagan algo para poner al vino, y a su cultura, en el lugar que merece y, por favor, dejen de lado el postureo y las revanchas políticas, porque eso a una viña y a sus uvas les da exactamente igual. Eso sí, si hablaran, les gustaría que alguien les pusiera precio antes de ser recogidas, porque es de los pocos productos que se retiran sin saber a cómo se van a pagar. Y ahí sí que las administraciones deberían velar mucho más por que se cumplieran contratos, plazos y toda la burocracia legal.

José Luis Martínez Díaz Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV. Artículos Relacionados