El Quijote y Teo en la granja
Gente, mucha gente. Una serpiente de coches entraba en Villarrobledo. Era miércoles noche y el Viña Rock iba a empezar. Ya dentro del pueblo me fijaba en la muchachada que iba a entrar. Gente de 18 años, e incluso algunos que pasaban los 40. Es la democracia de la música, a todos nos gusta la música por igual.
Es fácil reconocer quién iba a los eventos. Todos llevan ropa de concierto, de esa que se pueda ensuciar, oscura a ser posible. Algunos también llevaban algo de cena en el sobaquillo. Y bebida para ser usada como combustible personal. Me fijé en qué bebía la gente. No vi muchas botellas de vino de cristal. Pero sí de plástico, bricks, y siempre mezclado con refrescos. Admiré ver vino en grandes bag-in-box en la barra. Podías pedirlo solo o mezclado. No es común ver eso ni en discotecas, ni lugares de ocio nocturno. Esta imagen en otros países sería diferente, en donde la gente tiene más hábito de beber vino, y sin mezclar. Nunca censuraré cómo la gente bebe el vino, pero también es verdad que tengo mis preferencias.
Por otro lado, estuve en conexión con mi particular corresponsal en el otro festival, el SOS. Dos grandes festivales de música en la misma fecha. Rubén Redondo, enólogo vallisoletano, con quien forjé gran amistad en nuestra época en Nueva Zelanda. Recuerdo la primera vez que vi a Rubén aparecer en la bodega de Marlborough, con una camiseta del Valladolid Club de Fútbol. Pensé, ¡qué grande que es este tío! Volviendo al tema del festival, me comentó que desde varios años atrás, Bodegas Torres tiene una carpa en la que sirven vino por copas. Tienen varios vinos, entre ellos uno de Chile. Me pareció buena idea. Podría ser mejorada, pero es un buen camino. Pero por otro lado, Rubén critica a la organización del Sonorama. Yo me uno a su queja.
Este festival de música se celebra en el corazón de la Ribera del Duero, y teniendo a la propia denominación de origen como patrocinador, no hay vino fácilmente accesible. Se ofrecen catas, pero fuera del recinto. Está muy bien ofrecer catas, pero hay que crear antes la necesidad del vino. Es como si fuésemos a un plató de Telecinco a hablar del último premio Nobel de Literatura.
Es ofrecer leer El Quijote a quien ni siquiera se lee "Teo en la granja".
Arturo Blasco
Enólogo
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Licenciado en Enología.
Master en Dirección de Marketing y Ventas.
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