Viña Rock
Esta semana me voy a un festival de música con un nombre muy enológico: el Viña Rock. Después de estar varios años fuera me apetece vivir una experiencia autóctona. Los festivales de música son parte de nuestra cultura.
He hecho ya mi lista de lo que no me debo de perder. Sacaré mi vieja mochila de las rutas. Embutiré en ella un saco de dormir que ocupará más de media mochila, pondré unas chanclas viejas, tan viejas y chuchurrías que si las pierdo casi me haría un favor, y una vieja toalla para secarme a medias después de la ducha, en un pabellón colectivo que nada envidia a un campo de concentración. Lo malo de estos lugares es que la comodidad nunca debe ser una preferencia. Las duchas consisten en una serie de tubos a lo largo de una pared, sin agua caliente, ni intimidad.
En mi lista de cosas añadiré un par de pantalones vaqueros, de esos todoterreno que siempre vienen bien para salir al campo. Así como varios jerséis para el frescor de las noches.
Siempre que hago una lista antes de un viaje, siempre, me queda la sensación de que me llevo cosas que no utilizaré (pero por si acaso las añado). Pero lo peor no es lo que me llevo de más, sino lo que me llevo de menos. Esa pequeña cosa con la cual podría sobrevivir, pero eso nada más. Sobrevivir. Es esa cosa que me haría la vida más fácil en ciertas condiciones. En ocasiones puede ser la crema protectora, o las gafas de sol, o ese vino que olvidé.
Mi vino y yo. Estoy dispuesto a mezclar vino bueno (pero no caro) con refrescos. Voy a plantar una semilla en esas cabezas huecas de vino. Voy a demostrar a ciertos amigos que no sólo es la cebada lo que puede dar sabor a nuestras comidas. Que existe el vino en España y que con orgullo podemos alardear de ser un país clásico en esta bebida. Si de verdad podemos hablar de calidad, de cultura, de buenos precios, y de glamour, es con el vino.
Tenemos al gigante del vino dormido. No podremos competir con otros países en tecnología, ni en producciones cinematográficas, ni en precios ultrabajos, ni en industria automovilística, ahora ya ni en fútbol. Pero en el vino llevamos siglos a nuestras espaldas. Tradición, cultura y saber hacer. Eso es lo que quiero transmitir.
Al menos, lo voy a intentar.
Arturo Blasco
Enólogo
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Licenciado en Enología.
Master en Dirección de Marketing y Ventas.
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