Enofusión se consolida dentro de Madrid Fusión
La afluencia de público, el aumento en el número de catas y expositores, así como la calidad de sus diferentes espacios sitúan a Enofusión como un referente dentro del encuentro gastronómico madrileño, y deja de ser un apartado más.
La quinta edición de Enofusión, el espacio dedicado al vino dentro del congreso de Madrid Fusión, se celebró durante los días 2, 3 y 4 de febrero en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. El cambio más llamativo en la edición de 2015 de esta cita enológica fue el aumento tanto en visitantes como en las bodegas, las catas, los vinos y los espacios de los que se podía disfrutar.
Las actividades más reclamadas fueron un año más las propuestas del Centro del Vino, en el que se prepararon 19 catas con las que se consiguió, en muchos casos, el lleno de la sala, como las armonizadas o las que ofrecían vinos peculiares o casi ‘de reyes’.
Freixenet volvió a entrar de la mano del restaurante Zalacaín, esta vez, para reivindicar sus tintos y presentar su nuevo tinto Freixeneda en la cata Instintos, dirigida por el sumiller Custodio López Zamarra. Una selección de vinos de diferentes denominaciones de origen del grupo que se pudieron degustar junto a platos con carne como ingrediente principal, elaborados por Juan Antonio Medina, jefe de cocina del restaurante madrileño. La DO Ribeiro, sin embargo, se estrenó en este escenario con una degustación de vinos blancos con piezas de sushi que iban desde un tataki de atún a un maki de pato, para desterrar las costumbres que insisten en combinar tintos con carne y blancos con pescados. Y Makro, que ya participara en otras ocasiones para demostrar la calidad de sus vinos, sin olvidar sus competitivos precios, lo hizo esta vez en armonía con diferentes platos elaborados por Íñigo Lavado, del restaurante Singular.
Las catas internacionales también despertaron gran interés. El lunes, una de las cata a recordar fue ‘La campanada de Château L’Angélus’, dirigida por Emmanuelle d ́Aligny Fulch, quien quiso “transmitir el alma de los vinos”. Destacó el Château Angélus 2006, una añada que se comercializará más tarde que la de 2007, por no estar aún a punto, y promete ser un vino de calidad superior.
Si el lunes tocó Francia, el martes la cata se desplazó hasta la zona vitivinícola húngara de Tokaj, en donde se encuentran los llamados “vinos de reyes”. Zsófia Bozzai se encargó de explicar las características de estos vinos cuyo alto nivel de azúcar se mide en grados puttonyos. Se crían bajo velo de flor y la botrytis producida por las nieblas matutinas son las que le dota de aromas como miel, avellana tostada, flor de azahar.
El miércoles, con Estela de Frutos, se realizó un paseo por los viñedos uruguayos, a través de su uva más emblemática: la tannat. Una uva cultivada en Uruguay desde el siglo XIX, introducida por Pascual Harriague, con la que se elaboró el primer vino a escala comercial en 1887, según apuntó de Frutos.
Ya centrados en vinos españoles, Manzanilla aprovechó la ocasión para celebrar su 50 aniversario desplegando una selección que recorría, con las voces de Beltrán Domecq y César Saldaña, presidente y director del Consejo Regulador de la DO, desde un Palomino, hasta un Amontillado muy viejo. Sin salir de Andalucía, otra DO presente fue Montilla-Moriles, con una selección de Pedro Ximénez, y Toro Albalá con una cata donde se pudieron concoer PX con cifras como 1951 o 1929 en sus etiquetas.
Incluso, este año hubo cabida para una cata de vinos de la DO Catalunya con una performance del artista Marcos Mesa. También repitieron nombres como Vivanco, Torres con Jean Leon y Nomacorc, y se sumaron nuevas como Juvé&Camps, Bodegas Otazu, Bodegas Ysios, Marqués de Riscal, Dehesa de los Llanos y Protos.
Fuera de las catas, el EnoBar contaba esta edición con casi 130 referencias. Este espacio, en el que se podían degustar desde espumosos a olorosos, sin olvidar tintos, rosados y blancos de diversas uvas, elaboraciones y procedencias de la geografía española (además de algunas referencias portuguesas), estuvo copado de visitantes desde primeras horas de la mañana.
Rodeando al enoBar se encontraban este año las Expobodegas, reestructuración producida por el aumento de participantes y que ha propiciado un mejor flujo de visitantes. En los stands, se producía un contacto directo con los productores de las DO de Ribeiro, Montilla-Moriles o Pla i Levant, u otros como Vivanco, Bodegas Naranjo, Vintae, Fontana, e incluso este año algunas referencias portuguesas como Quinta de Curvos.
Para la quinta edición, se retomaron los Círculos del Vino, espacios para el debate de asuntos tan dispares como la importancia de la comunicación en el mundo del vino, el papel del marketing a la hora de vender vino y aumentar el consumo del mismo o la labor de pequeños productores en terruños y el valor añadido de los vinos singulares que allí se producen.
Una cita ineludible en la agenda del mundo del vino que sin duda este año ha conseguido demostrar que es un espacio con personalidad propia, dentro de Madrid Fusión. Su próximo reto será, tal vez, involucrar aún más al sector de la gastronomía para que el vino deje de ser un tema aparte y forme parte de la mesa, como le corresponde.
Redacción
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