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Hacernos partícipes o ser realmente cutre

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Lo que no se comunica
Lo que no se comunica

Algunas veces he comentado en esta tribuna que no entiendo cómo no se atiende desde las bodegas mucho mejor a los periodistas. En mi opinión, por mucho que hayamos catado con ellos, nunca debe faltar un obsequio en forma de botella de vino, porque puede ser un dinero muy bien empleado y decir bastante sobre nuestra visión comercial.

Más graves son aún los casos en los que, incluso, se les recoge en transporte reglado y se les invita a comer, y no reparan en el gasto más ínfimo y oportuno que es ofrecer el vino del que nos sentimos orgullosos.

Pues bien, la crisis ha aguzado el ingenio para que, sobre todo en medios locales, se nos “haga partícipes” de parte de un evento, pero no del conjunto, en el caso de que, por ejemplo, haya una cata a continuación para la que hay que rascarse el bolsillo de forma considerable porque hemos desplegado pocos puestos. Hay otras fórmulas, como tener un encuentro con los periodistas con anterioridad, sin tener que citarlos y ponerles los dientes largos sin poder participar en tal o cual actividad.

Directamente, por decencia profesional, no acepto ningún giro de este tipo en una invitación formal, porque nos están diciendo abiertamente que informemos sobre algo de lo que ni siquiera vamos a formar parte.

Desgraciadamente, muchos no entienden que asistir a presentaciones forma parte de la labor del periodista, cuyo fin último siempre es la reseña. En tiempos de bonanza económica los periodistas locales solían disfrutar de un par de entradas en eventos de todo tipo. Y podría parecer un privilegio, aunque les aseguro que si uno acude a algo para informar de ello no termina por desconectar, dado que tiene que tomar notas y no se puede relajar como el público normal.

Ahora, en época de “vacas flacas”, en ocasiones se aguarda a ver cómo va la recaudación. Y, si no va como se esperaba, sí que se ofrecen un par de entradas a los periodistas, que, por dignidad, no deberían cogerlas. Ser segundo o tercer plato se nota mucho y no hay que desdeñar la importancia que tienen los medios locales en nuestra estrategia de marketing y/o comunicación.

El sitio en el que está ubicada nuestra bodega es la punta de lanza de toda iniciativa que queramos lanzar, porque estamos hablando de un punto estratégico, que requiere de políticas comunicativas diferenciadas. No quiero recordar la beligerancia que tienen, o pueden llegar a tener, las bodegas que deciden implantarse en otras zonas de producción que no son las suyas originales o la importancia de que, por haber hecho una inserción publicitaria, la imagen de una movilización de un grupo de viticultores reclamando un precio mejor no venga ilustrada con una instantánea de nuestra bodega.

Pero, sobre todo, hay que ser coherente y consecuente con todo lo que hacemos y tratar de no ser cutres, por mucho que las crisis sí que haya servido para quitarnos todo tipo de gastos superfluos de múltiples asociaciones de colectivos de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que reclaman publicidad a las bodegas de forma bastante agresiva, en algunos casos. Y nos ha ayudado también a ser más efectivos en nuestros planes de medios, aunque no debemos olvidar que puede darse la paradoja de que los medios locales de nuestra zona disfruten sólo de una porción pequeñísima dentro del Plan de Medios y se nos pueden “rebotar”. En este caso, con la reducción impresionante de las tarifas de los últimos años, no debemos verlo tan sólo en términos económicos, porque es muy bonito llamar a la puerta de las cabeceras y las emisoras locales y que respalden puntualmente nuestras promociones sin tener que llegar al cutrerío.

Y ya saben, cuídense muy mucho de la ambigüedad de las invitaciones a los medios de comunicación que lancemos desde las bodegas, porque muchos saldrán “despavoridos” con eso de que les hacen partícipes.

 

 

José Luis Martínez Díaz  
José Luis Martínez Díaz
Licenciado en CC. de la Información, miembro de la AEPEV y de la FIJEV.

 

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