El OeMv se hace eco del estudio sobre competitividad de los vinos europeos realizado por la UE

El estudio plantea estrategias posibles para los vinos europeos, en función de sus precios, en un futuro que se estima complejo.

El Observatorio Español del Mercado del Vino señala que el estudio se divide en tres grandes áreas: evolución de la competitividad de los vinos europeos desde el año 2000 en los principales mercados mudiales; identificación de los factores clave para la competitividad, y el grado de importancia y la relación entre esos factores decisivos; y en una tercera las formas de mejorar esa competitividad en el futuro.

Es interesante que, de los 41 factores clave identifcados, los más relevantes para la competitividad son los relacionados con la conducta de las empresas comercializadoras (selección de importadores, distribuidores y compradores, así como saber adaptarse a las demandas de los clientes) y, en menor medida, los relacionadas con el producto (calidad, precio y su relación, aunuqe en diferente grado de importancia según sectores).

El informe plantea un futuro de turbulencias con mayor competencia, tanto con los países y empresas del nuevo mundo como entre los productores europeos. De esta forma se señala como principales necesidades del sector la de expandir los mercados, generar mayores márgenes para los distribuidores y mejorar los costes unitarios y mejorar el conocimiento de los mercados. Para cada una de estas necesidades, el estudio señala las respuestas necesarias del propio sector, que resume en abrir nuevos mercados, mejorar las condiciones de acceso – y poder de negociación – de las empresas, expandir los segmentos de mercado, aumentar el tamaño de las empresas –o en su defecto, promover la unión de las mis‐ mas para enfrentar los mercados internacionales – y la posibilidad de aumentar las operaciones de envasado en los mercados de destino, mediante el aumento de envíos a granel.

Para avanzar en estas líneas, el estudio señala algunas restricciones importantes del sector, de las que dos – afirma – están particularmente relacionadas con aspectos culturales y legales, como son una tendencia a la endogamia o visión hacia el interior en lugar de mirar al mercado y las limitaciones legales sobre el potencial de producción.

La potenciación de la medida de promoción en los programas de la OCM, la priorización de acciones de adaptación a la demanda en los PDRs y medida de inversión y la promoción de misiones inversas de distribuidores y clientes extranjeros, así como el fomento de consorcios y otras formas de acción agregada en materia de comercialización y promoción internacional, son algunas las medidas concretas por las que apuesta el informe para el desarrollo de las líneas de acción marcadas anteriormente.

Por otro lado, hace hincapié en la necesidad de superar algunas limitaciones de las denominaciones de origen, en particular, para los vinos que no se sitúan en los segmentos más elevados de precio, así como la posibilidad de crear instalaciones de envasado en destino para vinos enviados a granel. Se propone también la creación de un mecanismo europeo de seguimiento de los mercados con capacidad para llevar esa información a lo largo de toda la cadena de producción, así como el fomento de actividades de formación.

Desde el punto de vista de los consumidores internacionales y dividiendo su análisis por segmentos de mercado, el informe propone igualmente la simplificación de las indicaciones geográficas europeas, con un “acrónimo único” para todas y un “logo obligatorio” que ayude a los vinos top y “ultra premium”, así como indicaciones de origen “paraguas” más generales que las actuales (regiones o país de procedencia) para los vinos “comerciales” y “super premium”.

Además, "considerando la creciente complejidad esperada de la segmentación en el futuro – afirma el informe – no parece prudente despreciar los vinos en los segmentos inferiores para consumo cotidiano por las familias de menores ingresos, por centrarse sólo en los vinos de alta calidad (DOP –IGP).

La consultora italiana COGEA fue la engargada de realizar el estudio para la Unión Europea.