Enoturismo o Turismo enológico

Parece lo mismo y de hecho lo será, pero he querido hacer esa distinción por un motivo concreto, que la especificación de ENO, de vino, vaya antes o después de TURISMO.
Tenemos ante nosotros una gran oportunidad. Hablé en tiempos de ello, afirmaba que éramos unos elegidos ya que teníamos el sueño de cualquier vendedor: que el cliente viniese directamente a visitar nuestra casa, pagando, y a comprarnos vino. Más no se podía pedir.
Pero ahora quiero hablar en otro sentido de este tema, y es que proliferan las bodegas con hotel, o los hoteles con bodega, ya que en muchos casos no se sabe cuál es el principal activo. Y parece que todo vale.
No lo critico. Promocionan y venden vino, y eso es lo importante. Sin embargo, con el boom del turismo enológico, o el enoturismo, crecen como setas y en cualquier sitio te plantan el cartel del enoturismo, te meten en un espacio medio bonito, organizan una cata y te dan unos vinos que dejan mucho que desear.
Por este motivo, propongo realizar una catalogación del turismo enológico. Establecer categorías para que la gente sepa dónde va y lo que puede esperar, con un mínimo de calidad en los vinos, determinadas formas de ofrecerlo, etc.
Esta propuesta se deriva de una experiencia personal reciente. Fui con un grupo de amigos a visitar una bodega y el resultado fue desalentador. Por un lado, una azafata comenzó a enseñarnos la bodega: zona de máquinas, elaboración, embotellado, guarda, y luego se pasaba directamente al comedor y al hotel. Por sus explicaciones se veía que no sabía ni lo que era una moledora, ni casi lo que era la guarda en barricas o en botellas. Yo le explicaba un poco a mis amigos de qué iba la cosa, ya que ellos tampoco entendían. Hasta el punto que terminé explicándolo yo y atendiendo la azafata, aunque parezca broma.
Pero por otro, la disposición de la bodega tal vez explique esa falta de interés y formación respecto a la elaboración del vino. Está construida como si fuera un semicírculo y va de menos a más grande, por tramos, como si fuera un catalejo partido por la mitad, en cuya parte más estrecha está la bodega y en la más ancha el hotel. Es decir, que aquella bodega-hotel tenía poco de bodega y mucho de hotel.
Por tener un poco de maquinaria, veinte barricas y, eso sí, un espectacular paisaje, no se puede decir que formas parte de la ruta del enoturismo. Mucho menos si además ofreces unos vinos mediocres, de manos de personas que ni sabe ni entiende.
La gente no es tonta. Con este tipo de acciones acabaremos por pinchar el boom del turismo enológico, como ha ocurrido con tantas otras cosas en este país.
Tenemos ante nosotros una gran oportunidad, cada puente, o fin de semanas, miles de ávidos turistas enológicos salen a descubrir nuevas zonas, nuevos vinos, nuevas bodegas, y no se les puede defraudar o engañar. Es algo que va a más y hay que aprovecharlo, sin perder de vista la calidad.
Por eso creo que sería positivo catalogar estas bodegas-hotel u hotel-bodegas, no solo por tenedores el restaurante y estrellas el hotel, sino también la bodega, los vinos, y la manera de enseñarlos y mostrarlos. Tal vez con cepas o con uvas, para saber si la bodega que visitamos será una bodega tres cepas, o quién sabe si una extraordinaria cinco cepas.
![]() |
Javier Sánchez-Migallón
Director Ediciones Albandea y El Correo del Vino
|

Suscribirse
Reciba nuestras noticias en su email