Bodas de plata en barrica de roble de Bodegas Fariña

Los viticultores homenajeados junto a Manolo Fariña en las instalaciones de la bodega.

Los viticultores homenajeados junto a Manolo Fariña en las instalaciones de la bodega. 

Foto L. L. G.

 Veinticinco años de vino dan para mucho. Sirven para evolucionar como marca, para mejorar la elaboración, para alcanzar la excelencia en el producto, pero sobre todo, para forjar una relación entre bodega y viticultor que trasciende más allá del acuerdo comercial. Por esta razón, Bodegas Fariña ha querido rendir un homenaje a aquellos cultivadores que han estado con la marca desde el principio. Desde aquella vendimia de 1988, desde el primer embotellado realizado en las actuales instalaciones de Toro. Desiderio Gamazo, Emilio Gutiérrez, Fermín Sandoval, Teodoro Pérez, Valentín Gutiérrez y las familias de Braulio Manso y Manuel Carrasco se convirtieron ayer en los protagonistas de la cita. Una comida de celebración para agradecer a estos artesanos del vino su trabajo y dedicación a la bodega durante estos años.

Las instalaciones de Bodegas Fariña en Toro sirvieron como escenario para la jornada festiva que desde la empresa se había preparado. Allí, los homenajeados junto con sus familiares, amigos y diferentes personalidades del mundo del vino se reunieron para compartir una copa y un picoteo observando los lienzos que durante tantos años han servido para etiquetar los «Primeros» de la bodega. Manolo Fariña, en su condición de anfitrión, realizó una visita por las diferentes salas del entorno para que los asistentes se impregnaran del proceso de elaboración que con tanto mimo se lleva a cabo a lo largo del año y que ha caracterizado siempre a esta bodega.

Una vez terminado el recorrido por las instalaciones, los invitados -entre los que se encontraban también los viticultores que habían entregado uva en esta última cosecha- se citaron en torno a la mesa para compartir la comida en la que se habían de celebrar las bodas de plata de estos colaboradores. A la finalización del banquete, los homenajeados recibieron una botella Magnum con la etiqueta de Gran Colegiata que se utilizó en ese primer embotellado, personalizada y firmada por Manuel Fariña. Un motivo que sirvió para agradecer estos veinticinco años juntos. Por último, los siete viticultores firmaron otra etiqueta que lucirá en una botella doble magnum en la bodega, como recuerdo del acontecimiento.