El vino, una actividad esencial con movimiento reducido
El Gobierno acaba de decidir que el vino, igual que el resto de alimentación y bebidas, es una actividad esencial para nuestro país y, en especial, para el grueso de la población que vivimos confinados en una situación de estado de alarma con la finalidad de frenar la propagación del virus. En esta situación, las salidas de vino de bodegas continúan su pequeño chorreo, especialmente las dirigidas a grandes superficies y supermercados, así como al aprovisionamiento de vino a granel en países, tradicionalmente compradores, que tiran del consumo mientras dura el encierro en casa.
Diversas bodegas consultadas por este medio aseguran que las ventas se han reducido de manera drástica, especialmente las dirigidas a restauración, como consecuencia del cierre de bares y restaurantes; se han minimizado las compras de vinos de alto nivel como consecuencia de la parálisis de buena parte de tiendas gourmet y el mercado internacional, con excepción de China, Japón y Canadá, ha quedado muy tocado, especialmente el ruso, que vive en gran medida de los ingresos procedentes del petróleo y el gas, y el del Reino Unido, donde al incremento de casos del COVID-19 se une el arrastre de la caída de la libra con respecto al euro. A principios de esta semana cotizaba a 1,12 euros frente a los 1,40 euros de antaño.
Luis Jiménez, asesor y enólogo de varias bodegas de las provincias de Albacete y Cuenca, algunas pertenecientes a la DOP Manchuela, indicaba que el mercado nacional se circunscribe a las grandes superficies y supermercados donde los hogares continúan comprando vino durante los días de confinamiento; peor, a su juicio, lo están pasando las bodegas que dependen de la restauración.
El mercado nacional se circunscribe a las grandes superficies y supermercados donde los hogares continúan comprando vino durante los días de confinamiento. Sin embargo, las bodegas que dependen de la restauración lo están pasando mal.
Por el contrario, estima que las ventas de vinos a granel, en general, continúan su curso, aunque a algunas bodegas les va mejor que a otras. A su juicio, el sector había entrado en una buena senda de ventas hasta el momento en que ha estallado la pandemia, “pero, aunque en algunos casos ha habido ralentización, en otros continúan las salidas de vino en países compradores como Alemania o Francia”, asegura Jiménez. A su juicio, la gente continúa consumiendo vinos en sus hogares, “mas ahora con el confinamiento”. Es verdad, subraya, que el vino tinto está tirando con mayor alegría que el blanco, “que se encuentra algo estancado”.
Miguel Ángel de Gregorio, propietario de Finca Allende en La Rioja, asegura que el mercado nacional para los vinos de alta gama de la DOC Rioja está prácticamente paralizado con el cierre de la hostelería y la escasa actividad de las áreas gourmet. Pero esa paralización, según sus palabras, afecta sobremanera también al mercado internacional donde, además de la crisis provocada por la expansión del coronavirus, se arrastran otros problemas como la caída del precio de la libra en Reino Unido, la ralentización de compras en Estados Unidos y la incertidumbre en Japón, cuya suerte con la pandemia es parecida a la que está viviendo Europa. Son las distintas realidades de un sector que lucha por sobrevivir y llegar en la mejor forma posible a la próxima cosecha.
Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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