Vinoble renace de sus cenizas

Tras un paréntesis obligado por la crisis, la feria bianual de Vinoble vuelve por sus fueros y, de nuevo, los vinos dulces, generosos y fortificados se reencuentran con un escaparate internacional que tanto bien ha hecho a este tipo de vinos, en general, y a Andalucía y España, en particular.
La tarea no era fácil en un ayuntamiento castigado por las deudas y con una feria que había tenido luces y sombras en sus últimas ediciones.
Antes de nada, vaya mi enhorabuena al comisario del evento David Fernández Prada por el éxito obtenido. La Feria, por fortuna, no ha sido un derroche de fastuosidad porque ni el presupuesto ni la ocasión lo requerían. Seguro que ha habido fallos que la propia organización analizará y corregirá si le vuelven a otorgar su confianza en 2016. Pero lo importante es que Vinoble ha vuelto con ganas de quedarse y no lo ha hecho arrancando de cero sino de bajo cero. Y ahí está su mérito.
Una ciudad como Jerez de la Frontera, cuna mundial del enoturismo, no podía dejarse doblegar porque Vinoble no es un capricho sino una necesidad para todos. Un país donde el consumo se sitúa por debajo de los 20 litros por persona y año, algunos dicen que 15, no puede permitirse el lujo de perder un referente tan importante como este. La caída en picado del consumo de los vinos generosos, dulces y fortificados no es más que una ratificación del hundimiento generalizado de todos los vinos en España.
Pero ocurre que el vino, aunque no sea en España, está de moda. Y que en esa moda el Jerez, y de paso sus hermanos de Montilla-Moriles, Condado de Huelva, Málaga, Fondillón de Alicante y rancios de diversas procedencias como Cataluña o Cebreros (Ávila), van a la vanguardia. De nuevo vuelve a ser cool en Nueva York tomar este tipo de vinos. Renombrados críticos como Robert Parker, representado en nuestra tierra por Luis Gutiérrez, o el responsable de vinos de The New York Times vuelven sus miradas a este tipo de vinos y una pléyade de Másters of Wine de medio mundo han desfilado estos días por Jerez para rendir pleitesía a unos vinos que merecen toda nuestra consideración.
La oportunidad no puede desaprovecharse. En este país, la mayoría de los entierros finalizan tras la última palada y no son frecuentes las resurrecciones ni los milagros. Pues bien, Vinoble ha tenido la enorme suerte de regresar del más allá y esperemos que sea para quedarse.
Nos consta que el equipo que ha dirigido Fernández Pradas ha trabajado a destajo y con escasos medios. En esa situación, los resultados de Vinoble solo pueden ser definidos como alentadores. Han faltado, sin duda, compradores (¡ay, el eterno dilema!) porque cuesta mucho dinero que acudan y se hace necesaria una campaña internacional de captación, pero las bases están puestas y hay que echar el resto para conseguir que vengan en ediciones venideras. Sin olvidar que esta feria es, sobre todo, un escaparate mundial de uno se los segmentos de vinos más interesantes del mundo y que, además, es una gran oportunidad de vender Jerez y todo su patrimonio turístico-cultural.
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José Luis Murcia
Periodista. Miembro de AEPEV-FIJEV.
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Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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