Tenemos la suerte de tener los mejores vinos de toda nuestra historia
Tenía aparcado escribir este artículo, pero siempre está de actualidad. Es más, cada vez está más de actualidad porque cada día se hacen mejores vinos.
Es un humilde homenaje y agradecimiento a los enólogos por la distinción que me han otorgado. Es lo que pienso y así lo escribo.
Efectivamente, nadie duda que, en estos momentos, añadas aparte, estamos bebiendo los mejores vinos que se han elaborado en toda nuestra historia. Cuidado de la viña, vendimia en estado óptimo de maduración y cortada la uva con mimo. Mejores maquinarias y tecnología, avances en productos enológicos que ayudan y pulen las fermentaciones, con avances también en las técnicas de elaboración… Todas estas cosas nos llevan a una persona: al enólogo, primer y último responsable de las elaboraciones y cuidados posteriores del vino hasta que se embotella y llega a nuestras mesas.
Hoy día en cualquier zona de España, algunas antes denostadas, encontramos excelentes vinos dignos de ir a cualquier parte del mundo con la cabeza bien alta. No voy a nombrar zonas, se me olvidaría alguna seguro, pero de norte a sur, de este a oeste, vayamos donde vayamos podemos escoger un buen vino para beber. Incluso provincias que nunca habían sido vinateras, hoy nos sorprenden con excelentes vinos. Nadie duda esto, tenemos muchos vinos de los que podíamos denominar, desde el punto de vista de enología, prácticamente perfectos. Otra cosa es la singularidad de cada uno de ellos, los distintos toques que se le dan, pero siempre partiendo de una calidad excelente.
Hace ya tiempo que escribí un artículo en el que reclamaba que los vinos fueran firmados por sus autores. Hay países en los que lo he visto. En Francia, en Portugal, muchos vinos se indica el enólogo que los ha elaborado, es el padre de la criatura y al igual que se pone añada, variedad de uva, tiempo en barrica, etc., se podría poner quién ha sido el responsable de hacerlo.
De hecho, y aunque siga sin poner nombres, muchos vinos, sobre todo los más reconocidos, se comenta que el enólogo es tal o cual persona, aunque no lo ponga en la botella. Aunque hay casos en los que sí aparece, pero son mínimos. Y se habla más, sin embargo, de quién cataloga el vino o lo puntúa; así oímos 92 puntos Parker, por ejemplo.
Cada día tenemos etiquetas con más información sobre el contenido: procedencia, grado, capacidad, añada, variedades, tiempo en barrica, si esta es de roble francés o americano, si es crianza, reserva… Una serie de datos, en los que, para mí, falta el más importante: el nombre del enólogo. Piénsenlo, estoy seguro de que sería un punto importante a favor para quien lo ponga de moda.
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