Los Premios Mezquita o la exaltación del señorío cordobés
Durante este fin de semana, la ciudad de Córdoba ha sido escenario de la XXI Edición de los Premios Mezquita, un concurso que nació de la mano de Manuel López- Alejandre, ex secretario de la Denominación de Origen Montilla-Moriles,
y alma mater de esa asociación sin ánimo de lucro denominada Aula del Vino que, además de apadrinar la competición, inunda la capital del Califato con proclamas favorables al néctar de la uva.
Los Premios Mezquita no son unos premios más. Ni siquiera deben considerarse, pese a serlo, uno de los galardones más prestigiosos de la geografía española. Este Concurso atesora una filosofía y un conocimiento que van más allá del relumbrón de una medalla, ya que son parte indivisible del alma cordobesa y del saber senequiano de las tabernas.
El supuesto mal carácter del tabernero cordobés ha cambiado mucho. No digamos también su percepción del vino. Hoy, cada vez más, es posible huir del estereotipado fino en rama de calidad más que dudosa y caer rendido antes grandes finos en rama como el de bodegas Delgado o excelentes frutos de la pedro ximénez como CB de Alvear, Pérez Barquero o Lagar Blanco, ese excelso vino nacido del magisterio que cada día ejerce, en la finca del mismo nombre, Miguel Cruz.
El nombre de Mezquita hace honor a este templo que alberga la catedral católica de la ciudad con presencia clara de la dominación musulmana que durante siglos acaparó una ciudad que ha sido crisol y claro ejemplo de las tres culturas, aún presentes en el quehacer diario, con un barrio judío que es envidia de muchos y maravilloso paseo por el tiempo.
Tiempo es precisamente un concepto que en Córdoba se para. Sus muros rezuman historia por cada poro. Y los visitantes se embriagan por una atmósfera casi mágica donde aún se palpa la ironía de ese genio de las letras que fue Luis de Góngora y Argote, que vino al mundo en el edificio que hoy alberga el hotel Casas de la Judería, escenario de esta y otras ediciones de los Premios Mezquita.
Alrededor de 400 muestras llegadas desde España y Portugal, el concurso se extendió hasta el país vecino el pasado año al coincidir con la XX Edición, fueron examinadas por un amplio jurado que otorgó sus puntuaciones en las diversas categorías programadas. Pero el resultado del mismo es lo de menos. Lo realmente importante es la identificación de la ciudad de Córdoba con el vino, un sector ancestral inseparable de la forma de ser y estar del cordobés y de los cientos de miles de visitantes que pasean cada año por sus calles y plazas.
El vino es cultura, conversación, placer y, sobre todo, una de las más importantes manifestaciones de la amistad. Pero también el vino es uno de los sectores económicos con mayor proyección social de nuestro país, algo que se refleja claramente en la provincia de Córdoba con unos vinos de Montilla-Moriles elevados a la categoría de arte. Toda esa esencia es la que impregna unos Premios Mezquita que si no existieran, habría que inventarlos.
José Luis Murcia
Periodista. Miembro de AEPEV-FIJEV.
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Foto: Premios Mezquita
Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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