Las pesadas cantinelas del ministro Cañete con granel y cooperativas

El ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, tiene la ventaja de ser un político bregado en las negociaciones comunitarias, mecanismo que conoce perfectamente tanto de su era como eurodiputado en Bruselas como de su anterior etapa como ministro en el Gabinete de José María Aznar.

Pero esas cañas se vuelven lanzas cuando en la política nacional da sensación de ir de sobrado a la hora de pontificar sobre lo que deben o no deben hacer los agricultores y ganaderos.

Su penúltima andanada, ya que imagino soltará alguna más en breve, la lanzó el pasado fin de semana durante la comida de Navidad de ASAJA Ciudad Real, una fiesta tan multitudinaria que pocos políticos nacionales o regionales, socialistas o populares, quieren perderse, ya que hay muchos votos en juego.

Arias Cañete aseguró que la agricultura va bien, especialmente el vino y el aceite de oliva, pero que irá mejor cuando los productores embotellen todo lo que producen y dejen de vender a granel. Y hace esta aseveración en una tierra donde el granel supone cerca del 80% de la producción de vino y más del 80% de la de aceite. Y ante un auditorio que, en su mayoría, vive de la venta de sus vinos a granel. Por si esto fuera poco, y emulando a uno de sus antecesores en el cargo, Carlos Romero, el ministro de Agricultura más infausto de la democracia, aboga por la unión de las cooperativas, ese discurso manido de las huestes socialistas que tuvo como gran logro el que algunos de los dirigentes de antaño de esas corporaciones se afeitaran el bigotillo faccioso y abrazaran la fe en Pablo Iglesias como cuando Saúlo (San Pablo) cayó del caballo para abrazar la cristiandad.

Para el ministro madrileño de nacimiento y jerezano de adopción, lo moderno es el embotellado. Todo lo contrario de por dónde va el mundo. Resulta que Arias Cañete no se ha puesto a pensar cuál es la causa de que el granel supusiera en el año 2000 el 25% de las exportaciones y 13 años después abarque cerca del 40%. Ni se ha parado a ver con detenimiento cuál es la causa de que Sudáfrica exporte a granel el 72% de su producción, Australia y Chile se ubiquen en el 54%, Estados Unidos se sitúe en el 40% e, incluso, Francia supere con creces el 22% cuando hace una década apenas llegaba al 15%. Ni ha observado que las grandes compañías centralizan sus embotellados en un lugar concreto y trasladan hasta allí todos sus vinos desde diversas procedencias. Ni ha pensado las enormes cantidades de CO2 que son necesarias para fabricar las botellas que el vino español necesitaría. Ni siquiera ha calculado cuántas botellas, a qué precio y en qué mercados deberían operar los productores españoles para que el producto sea rentable.

Mal  que le pese a Don Miguel ni el vino es cosas de marqueses ni todos los ciudadanos pueden beber Château Pétrus. Pero es que como ministro de Medio Ambiente debería velar por reducir al máximo las emisiones de CO2, algo que preocupa y mucho en países como Alemania, Reino Unido o Estados Unidos, tres de los grandes compradores de granel.

No se trata de decir no al envasado, ya que prácticamente el 100% de los vinos terminan en un recipiente (cristal, plástico, brick, bag-in-box) sino en cómo generar mayor valor añadido. Y para ello hay fórmulas. La primera es vender a granel cuando se consigue con ello un mejor precio que en el envasado. La segunda es buscarse socios embotelladores en destino o montar empresas fuera que abaraten costes de transporte y eliminen emisiones nocivas a la atmósfera. Y la tercera es dejar a la gente que haga lo que le dé la gana sin necesidad de pronunciar tanto el verbo eliminar que, cuando menos, tiene ciertas connotaciones totalitarias. Con una cosecha como la de este año, en la que, según el director del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), Rafael del Rey, van a sobrar 10,5 millones de hectolitros en el mejor de los casos ¿podría decirle el ministro a los productores españoles dónde pueden colocar 1.350 millones de botellas más?

En cuando a la unión de cooperativas no basta con un mero enunciado. Lo importante es crear cooperativas bien dirigidas y gobernables y no primar a todas, lo hagan bien o lo hagan mal, para que luego te voten. Las uniones saldrán cuando haya buenos gestores no cuando se inmiscuya, como ya hicieron los socialistas en su primera etapa de Gobierno, el partido en el poder.

José Luis Murcia Periodista. Miembro de AEPEV-FIJEV.

José Luis Murcia

Periodista. Miembro de AEPEV y  FIJEV