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La apuesta de ACEVIN por el enoturismo de calidad

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El sector vitivinícola se afianza como apuesta segura para el desarrollo de las regiones o comarcas ligadas al mismo.

Hoy día, la calidad de los vinos elaborados en las diferentes regiones de España es indiscutible. Ese saber transmitido de generación en generación ha conducido a nuestros caldos a gozar de un merecido prestigio internacional. Las nuevas técnicas de producción y la modernización del proceso de elaboración también han permitido la creación de nuevos productos. Con todo ello, el sector vitivinícola se afianza como algo dinámico y vivo, y como apuesta segura para el desarrollo de las regiones o comarcas ligadas al mismo.

La promoción de la cultura y el turismo del vino como herramienta complementaria para ese desarrollo local es una de las principales líneas de trabajo de la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN), una asociación presidida por el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan y que, actualmente, a 52 ayuntamientos de todo el país, 16 comarcas y tres diputaciones provinciales, que a su vez forman parte de 28 provincias, 15 comunidades autónomas, 28 D.O. vinícolas y una identificación geográfica protegida. Este trabajo se plasma en la creación de un producto turístico, las Rutas del Vino de España, que nace a iniciativa de ACEVIN allá por el año 2001 cuando nuestra Asociación consigue el apoyo de la, entonces, Secretaría General de Turismo del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio para empezar a trabajar en la definición y desarrollo de las normas de regulación de la calidad de este producto turístico innovador, temático, cultural, gastronómico y de interior que, para nosotros, surge como una estrategia de desarrollo local territorial basada en la cooperación público-privada y en la sostenibilidad turística.

ACEVINDesde el año 2001 hasta la fecha podemos decir que el trabajo desarrollado ha permitido consolidar una marca turística de calidad que, hoy por hoy, es referente nacional cuando hablamos de enoturismo o turismo del vino, como así lo demuestra tanto el apoyo prestado por los Ministerios de Turismo y de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino a las Rutas del Vino de España, como el interés creciente que nuestro producto turístico despierta entre los medios de comunicación generales y especializados y entre los agentes del sector turístico. Entre los principales logros alcanzados durante estos años en el proyecto podemos destacar cuestiones tales como la creación, regulación y puesta en funcionamiento del Comité de Gestión de las Rutas del Vino de España como órgano, dentro de la estructura de ACEVIN, encargado del control de la gestión de las actividades de certificación y promoción relacionadas con las Rutas del Vino; la definición y actualización del Manual de Producto Rutas del Vino de España para ajustarlo a la nueva realidad y demanda del mercado, mejorando así los niveles de calidad del producto y ajustando los procedimientos a la experiencia alcanzada en los procesos de implantación; el establecimiento del Sistema de Certificación de las Rutas del Vino de España; el desarrollo de la imagen de marca de las Rutas del Vino de España y regulación de las pautas y criterios de uso de la marca por parte de las Rutas certificadas; la definición de un Plan de Marketing y Promoción de las Rutas del Vino a nivel nacional e internacional para el período 2006 – 2010; la edición en varios idiomas de material promocional conjunto de las Rutas del Vino de España; la participación de las Rutas del Vino de España en diferentes ediciones de las principales ferias de turismo como FITUR, INTUR, el SITC o la WTM de Londres, etc.

El turismo del vino empieza a adquirir un gran peso específico dentro de la oferta turística de España. Se trata de un segmento novedoso que encaja en las tendencias más dinámicas del sector turístico (transformación del modelo de sol y playa, incremento del turismo de interior, cultural, de naturaleza y rural, etc.) y cuyo potencial de desarrollo es comprendido por todos los agentes públicos y privados de los territorios vitivinícolas de nuestro país y por las Administraciones Públicas. Así, el turismo enológico está experimentando un crecimiento espectacular en España y en todo el mundo. Desde hace unos años, en los que resultaba ser una modalidad turística prácticamente desconocida, hasta hoy en día, momento en el que todas las regiones vitivinícolas y denominaciones de origen están desarrollando o muestran interés por la creación de rutas del vino, se han acometido múltiples iniciativas en nuestro país.

En este sentido, el sector del vino está apostando fuertemente por el negocio turístico. Cada vez son más las bodegas, tanto las de gran renombre como las más pequeñas y tradicionales, que entienden el turismo enológico como un negocio complementario a la producción vinícola cada vez más significativo y que, al tiempo, sirve para potenciar la imagen de marca de sus vinos. Además, de todos son conocidas las inversiones que muchos productores están realizando por el turismo del vino: se están creando numerosos hoteles en bodegas, se están rediseñando las bodegas como auténticos templos del vino en los que conviven en un mismo espacio las instalaciones y medios tecnológicos para la producción del vino con espacios turísticos en los cuales el turista puede percibir el vino con sus cinco sentidos, etc. Pero la ventaja competitiva que para la bodega supone incorporarse a la actividad turística a través de su integración en una Ruta del Vino implica también una serie de necesidades de transformación, adaptación y cambio de enfoque de negocio al prestar nuevos servicios relacionados con la demanda turística. Así, las bodegas (sobre todo las más tradicionales) han tenido que afrontar el esfuerzo de hacerse lugares visitables y ello implica recualificar al personal destinado a guiar las visitas, adaptar sus instalaciones para la visita turística y la degustación y cata de vinos, establecer horarios de visitas y apertura al público, etc. En contrapartida, el turismo del vino supone una alternativa para que territorios que no son tradicionalmente turísticos y que viven de la viticultura o de la agroindustria puedan desarrollar una estrategia de desarrollo turístico vinculada a la cultura del vino, es decir, una estrategia de diversificación económica que conlleva nuevas oportunidades de desarrollo para zonas rurales. Asimismo, para otros destinos con gran potencia turística, también vinculados a la producción vitivinícola, el turismo enológico supone una oferta turística complementaria y desestacionalizada.

Nuestras Rutas del Vino ofrecen al turista una amplia oferta de actividades orientadas al conocimiento del territorio tomando al vino como eje vertebrador de la experiencia turística. Sin duda, el vino es un elemento privilegiado, que forma parte de nuestra cultura y que, al margen de que a partir de él se pueden promover multitud de actividades de todo tipo, es, sobre todo, un productor de vivencias y de sensaciones. Pero desde nuestro planteamiento el turismo del vino no consiste únicamente en visitar bodegas, sino que engloba un conjunto de servicios integrados de forma modular en una oferta muy profesionalizada orientada a la innovación, la originalidad, la diversificación y, sobre todo, no masivos y de gran calidad. Además de las visitas a bodegas, una Ruta del Vino ofrece al turista una gran variedad de recursos (gastronomía, cultura, patrimonio, fiestas, recursos naturales, oferta de ocio complementaria,…) y actividades (catas de vino, talleres de gastronomía, senderismo, excursiones a caballo, a pie o en bici, disfrutar de balnearios, catas de aceite, queso o papas, visitas a museos del vino y etnográficos, sumergirse en mercadillos tradicionales, practicar submarinismo, parapente o golf, bañarse en la playa, etc.) que le permitirán organizar su viaje conforme a sus intereses.

El enoturista es un tipo de turista que se encuentra motivado por el doble interés de conocer un destino ligado al vino y su patrimonio y por realizar actividades en torno a este producto de gran valor cultural. No tiene por qué ser un gran conocedor y experto en vino, aunque sí es un amante del mundo del vino. No es un turista “espectador” que mira el mundo del vino a través de un escaparate, sino que buscar participar e integrarse, aún cuando solo sea temporalmente, en una forma de vida. Los recientes datos del Observatorio Turístico del Club de Producto Rutas del Vino de España vienen a ratificar este planteamiento. Así, desde el lado de la demanda turística se constata que el turista del vino desea visitar bodegas aunque también busca otras actividades vinculadas a la oferta gastronómica y cultural del destino. Mientras que desde el lado de la oferta turística, los establecimientos adheridos a las Rutas del Vino perciben o contabilizan los beneficios que el turismo del vino supone en su cuenta de resultados y se constata la creación de nuevos puestos de trabajo vinculados a la actividad enoturística (el 58% de las bodegas del Club de Producto manifiestan haber generado, al menos, un puesto de trabajo vinculado a la actividad turística y el 83% de ellas afirman haber realizado inversiones para adaptar su negocio al turismo).

El enoturista valora cuestiones como la hospitalidad del destino, la profesionalidad en la atención, la calidad de los recursos, la accesibilidad y la calidad de la información, la flexibilidad a la hora de componer su propio viaje y, cómo no, la relación calidad-precio. En este sentido, el Club de Producto Rutas del Vino de España de ACEVIN ha articulado todo un sistema de autorregulación de la calidad que garantiza al visitante unos estándares básicos de calidad establecidos por ACEVIN y la Secretaría de Estado de Turismo y que afectan tanto al sistema de gestión, señalización, promoción y comercialización del destino enoturístico, como a todos los establecimientos (restaurantes, alojamientos, bodegas, comercios, etc.) que forman parte de la Ruta.

Así, la marca característica de las Rutas del Vino de España frente a otras propuestas similares es la calidad, que redunda directamente en la confianza de quien las elige para su viaje

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