¿Es el vino a granel un commodity en el mercado internacional?

Cuando las ventas de vino a granel español crecen en valor como consecuencia de una caída de cosecha, especialmente cuando esta se produce a nivel internacional, los grandes defensores del vino envasado callan y otorgan.

Pero cuando el precio cae como consecuencia del incremento de la uva recogida, caso de la pasada campaña, esos mismos que aseguran que en el mercado solo debían venderse aquellos vinos que superen los 90 puntos en su guía correspondiente, es decir el 0,1% de la producción, claman contra la venta de graneles que suponen a  nivel mundial el 38% del mercado.

En esa tesitura mucha gente se pregunta si los vinos a granel son o no una commodity como el trigo, la cebada, la soja o el petróleo, cuyo precio varía en función de su disponibilidad y de la habilidad de los operadores y especuladores internacionales. Quienes defienden esta idea no están exentos de razón a la luz de los datos de las dos últimas cosechas. Así, mientras 2012 supuso un incremento espectacular de los precios mundiales y la sensación de que el mundo se acababa para todos aquellos que no consiguieran vino a un precio razonable, tarea harto difícil por otra parte, 2013 fue justamente lo contrario, ya que los vinos parecían rebosar en los enormes depósitos de las bodegas y cooperativas españolas, especialmente las castellano-manchegas y extremeñas.

Pues sí, en no pocos casos, los vinos a granel, especialmente aquellos de perfil más económico y de calidad más básica, son y funcionan como una commodity, ya que no tienen únicamente como variable su precio sino que determinados mercados compran cuando está barato y no lo hacen cuando elevan su precio. Ejemplos hay muchos, ya que los mercados del vino a granel son diversos tanto en función de la calidad como en el destino final de la mercancía.

Así, buena parte de las ventas realizadas a Francia, Italia o Portugal, grandes clientes de España, van a la reexportación hacia otros países. Otra parte de esas compras, especialmente de vinos más básicos, sirven para la elaboración de vermús, espumosos o mezclas. Y finalmente, los vinos de mayor calidad son seleccionados por los negociants de turno para mantener el prestigio de sus marcas elaboradas con vino en destino y no en origen. Pero algunos de los países que compran vino barato, como es el caso de Rusia, simplemente dejan de hacerlo cuando este sube de precio. Aquí el vino sí funciona claramente como una commodity. Para ello valga el ejemplo de la República Checa, cuyos datos del primer semestre de 2014 ha hecho públicos recientemente el Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV), que dirige Rafael del Rey.

Las ventas a junio de 2014 han pasado de 651.000 a 12,8 millones de litros y el importe de 468.000 a 6,21 millones de euros, con subidas respectivas del 1225% y del 1863%, con un precio medio que ha ido desde los 0,72 a los 0,49 euros por litro. Estos datos trasladados al interanual indican que las ventas en volumen se han movido de 1,85 a 22 millones de litros, mientras el importe ha pasado de 1,4 a 11,25 millones de euros, con un precio medio que ha retrocedido de 0,76 a 0,51 euros. A la par, en el mercado de envasado ha habido un retroceso del 23% de media, lo que ratifica la posición de commodity del vino. Aunque la realidad es que si España no hubiera vendido aquí sus graneles, a un precio todavía digno, lo hubiera hecho otro de los productores.

La consecuencia positiva de todo esto es que la esperada VI Edición de la World Bulk Wine Exhibition puede y debe traer una estabilización de los mercados, una vez superada la crisis del vino básico almacenado en España y toda vez que la cosecha actual, en general, se presenta muy buena en calidad y estable en cantidad.

José Luis Murcia Periodista. Miembro de AEPEV-FIJEV. Artículos Relacionados

José Luis Murcia

Periodista. Miembro de AEPEV y  FIJEV