El vino se mantiene en Siria, pese a la guerra, gracias a los cristianos

Alrededor de 45.000 botellas de vino salen anualmente de Siria hacia mercados como Egipto, Líbano o incluso Europa, con parada en el puerto de Amberes (Bélgica), según una información publicada por la agencia británica de noticias Reuters, que asegura que algunos establecimientos con estrellas Michelin como L´Atelier de Joël Robuchon o Claridges, o el hotel Dorchester de Gordon Ramsey se encuentran entre su selecta clientela.

Los hermanos Sandro y Karim Saade, cristianos con lazos familiares tanto en Siria como en Líbano, son los propietarios del Dominio de Bargylus, que realizó su primera vendimia en 2006. Cuenta con las variedades cabernet sauvignon, merlot, syrah, chardonnay y sauvignon blanc. Gracias a ellos y al trabajo de pequeñas bodegas, la mayoría iglesias y monasterios que se abastecen para sus rituales y consumo propio, se mantiene el vino en un área de 22 millones de personas de las que solo un 10% son cristianas.

Las tropas rebeldes, parte de ellas musulmanes fundamentalistas y yihadistas, que luchan contra el régimen de Bashar el Assad, han prohibido la venta de alcohol en los lugares que controlan. La bodega Bargylus ha vivido combates a escasos cien metros de donde se encuentran las viñas y, salvo algún daño esporádico, milagrosamente continúa con su actividad en un país que se desangra.

Y es que la atracción por los vinos de esta área no es un capricho por el morbo de la guerra sino que, igual que ocurre con sus vecinos de El Líbano, cuentan con una bien ganada reputación por su calidad, gracias al terruño de Latakia, donde ya los romanos cultivaban la vid hace 2.000 años en las mismas laderas donde ahora sobreviven las viñas en una situación más que compleja.

Redacción