La aplicación de tratamientos contra el Oídio podría reducirse un 20%
Esta es la conclusión que se desprende del proyecto Oídio Detection, promovido por Grupo Rioja, y en el que han participado Bodegas Ramón Bilbao, Bodegas del Medievo, Bodegas Patrocinio, Bodegas Aradón, la Federación de Cooperativas Agrarias de La Rioja (FECOAR), el Servicio de Información Agroclimática de La Rioja (SIAR), el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) y Encore Lab. Además ha estado cofinandiado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, el Programa de Desarrollo Rural (PDR) del Gobierno de La Rioja y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural.
El Oídio, enfermedad que afecta a las hojas y tallos de la vid, puede producir daños considerables en el viñedo, que varían según la climatología. Para frenar su avance, se aplican tratamientos preventivos que conllevan un elevado coste económico y ambiental, por la permanencia de residuos en los suelos y su filtración en acuíferos.
Este proyecto, centrado en la mejora de la gestión del viñedo, buscaba desarrollar un modelo de predicción bioclimáticos que permitan predecir de forma más precisa el riesgo de Oídio y realizar así un uso racional de tratamientos fitosanitarios en el viñedo riojano. Tras finalizar el trabajo de campo, se ha estimado que la aplicación de tratamientos contra esta enfermedad podría reducirse en un 20% o incluso más en condiciones favorables. Esto podría suponer un ahorro económico de más de un millón de euros al año y una reducción de casi 10.000 litros de fitosanitarios en los viñedos riojanos, lo que se traduciría en una clara mejora en la sostenibilidad ambiental del viñedo.
El proyecto se ha desarrollado durante las campañas 2018 y 2019. Dos añadas muy dispares: en la primera se manifestó el Oídio con severidad mientras que la segunda fue benigna para el viñedo de Rioja.
La investigación se ha centrado en contrastar modelos de predicción desarrollados en otras regiones vitivinícolas para adaptarlo a las condiciones de Rioja y crear un modelo propio para la denominación. En este caso se ha tomado como referencia el sistema de toma de decisiones del Modelo Gubler‐Thomas, desarrollado por investigadores de California.
El trabajo de campo se dividió entre La Rioja Alta, con influencia atlántica, y La Rioja Oriental, con influencia mediterránea, fijando, en cada una, una zona sin tratamiento; otra, con tratamiento convencional y, una tercera, de tratamiento experimental.
Las parcelas estaban controladas mediante sistemas de información geográfica (SIG) y tecnología CESENS de monitorización con sensores de campo integrados en estaciones agroclimáticas, además de las tres visitas mensuales que los técnicos iban realizando para el seguimiento in situ. Toda esta información confluye en una aplicación creada expresamente para gestionar el viñedo desde cualquier punto en cualquier momento.
En 2018 se logró reducir, entre un 20% y un 50%, el número de tratamientos en el 67% de las parcelas ensayadas. Además, el escaso ataque registrado en algunos de los testigos ya apuntaba que, en algunos casos, el número de tratamientos podría haber sido aún menor.
En la campaña 2019, en cada parcela se distribuyó al menos un testigo que no recibió ninguna aplicación de productos y tres repeticiones de los dos tratamientos a ensayar en base al criterio de elección del momento de aplicación: “predictivo”, basado en las recomendaciones del modelo Gubler-Thomas, y “convencional” basado en el criterio del viticultor.
Los resultados obtenidos en los testigos de 2019 permiten contemplar incluso la aplicación de menos tratamientos frente al Oídio y, pese a la disparidad de ambas campañas, parece factible reducir sustancialmente la aplicación de fitosanitarios en el viñedo riojano.
Redacción La Gaceta del Vino
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