El vino rosado consolida su fortaleza global: España, gigante productor y exportador, brilla por su bajo consumo interno
El mercado mundial del vino rosado ha superado la fase de explosivo crecimiento para asentarse en una posición madura y robusta. Pese a un ligero ajuste en el consumo global en 2023, que se situó en torno a los 18,5 millones de hectolitros (Mhl), este tipo de vino mantiene una base de demanda sólida y una dinámica comercial internacional muy activa.
El triunvirato del consumo: Francia, Alemania y EE.UU.
Los datos confirman la hegemonía de tres grandes mercados consumidores, que concentran buena parte de la demanda mundial:
· Francia se reafirma como su hogar natural y principal consumidor, con una cultura del rosé profundamente arraigada.
· Alemania continúa como un mercado clave de importación, con un consumidor muy receptivo a vinos rosados, especialmente de estilos frescos y afrutados.
· Estados Unidos completa el podio, manteniendo una demanda constante que lo convierte en un destino prioritario para los exportadores.
La paradoja española: potencia mundial con bajo consumo interno
El caso de España destaca como una paradoja estadística reveladora. El país se consolida con datos contundentes en la producción y exportación global:
· Segundo productor mundial, con una cuota del 21% del total global.
· Principal exportador mundial en volumen, enviando sus rosados a todos los rincones del planeta.
Sin embargo, en el ámbito del consumo interno, España apenas representa un 3% del volumen global. Esta disparidad evidencia hábitos de consumo tradicionales aún centrados en los vinos tintos y blancos, y una estrategia de sector orientada decididamente a la exportación. La capacidad de la industria española para satisfacer la demanda internacional, especialmente con vinos de excelente relación calidad-precio procedentes de regiones como Navarra, Cataluña o Murcia, es uno de los motores del comercio global de rosado.
Los analistas del sector apuntan a que la fase actual no es de contracción, sino de consolidación y evolución cualitativa. Se observan tendencias claras:
· Busqueda de mayor valor: En muchos mercados, el crecimiento en valor supera al de volumen, con consumidores dispuestos a pagar más por rosados de mayor calidad, tipicidad o con credenciales de sostenibilidad.
· Desestacionalización: Aunque el consumo sigue siendo alto en primavera-verano, los esfuerzos comerciales buscan normalizar su consumo durante todo el año.
· Diversificación de estilos: Junto al rosado fresco y joven, ganan presencia los rosados de guarda, de maceración prolongada o con más estructura, que amplían las ocasiones de consumo.
En conclusión, el vino rosado ha demostrado que no fue una moda pasajera, sino un segmento permanente y vital en el panorama vitivinícola mundial. España desempeña un papel absolutamente estratégico como proveedor global, aunque el potencial de crecimiento en su mercado interno sigue siendo un reto y una oportunidad para el futuro.

Redacción La Gaceta del Vino
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