Análisis de los graneles: presente y futuro
Cada cierto tiempo me gusta hacer un resumen del mercado de vinos a granel, tanto en el ámbito nacional, como en el de las exportaciones.
Ahora que las viñas están brotando o a punto de hacerlo, es hora de ver cómo va el mercado de vinos y lo que puede dar de sí en los próximos meses. No hasta que acabe la campaña, el 31 de julio, sino, alargándonos algo más, hasta la vendimia, o incluso hasta que los vinos nuevos se puedan utilizar.
Tras la fulminante subida de principios de campaña, y otra más lenta, casi imperceptible pero constante en los siguientes meses, hemos entrado en una etapa en la que llevamos varias semanas, meses diría yo, con los precios del vino a granel estancados. Cuando esta situación se produce suele ser síntoma de que comienza una bajada. Pero en estos momentos no es el caso, los precios permanecen estables.
Las causas creo que están claras, hay poco vino y las exportaciones van a un estupendo ritmo, aunque el mercado interno tire poco de los vinos, cosa normal por otro lado, sencillamente porque no hace falta más vino. Esto nos lleva a que el sector vendedor, el que aún tiene vino, lo quiere vender; hace bien, pero no está dispuesto a ceder en el precio, más en unos meses tan decisivos para la nueva cosecha, como son estos de abril, mayo y junio.
Con las últimas precipitaciones, no se teme por una sequía que pueda mermar la cosecha como años anteriores. Por tanto, si no hay nada extraordinario como heladas o mildiu, lo normal es que el vino baje. Son los principales argumentos que el sector comprador expone a la hora de adquirir vino. La respuesta suele ser “sí, pero eso será a partir de la próxima campaña, no en esta”.
Efectivamente, los argumentos son de peso, tanto de compradores, como de vendedores. Y es que no cabe duda: si no hay nada extraordinario, la cosecha que tendremos este año será superior a la de estos pasados. No necesariamente tiene que ser grande, simplemente siendo normal, y con el potencial productivo que tenemos, los millones de hectólitros recogidos modularían las existencias de vino, con la consiguiente y normal bajada de precios. ¿Hasta dónde? Es imposible de saber, el mercado nos marcará pautas.
Pero también es cierto que hasta que los vinos nuevos se puedan utilizar, allá por octubre los blancos y noviembre-diciembre los tintos, los que hay que utilizar son los de la presente campaña y estos son escasos. Quien quiera comprar hoy vino, lo tiene que pagar a precio de mercado y no vale lo que en el futuro pueda pasar, el presente es el que tenemos en estos momentos.
Por tanto, el consejo a unos y a otros está claro: el vendedor debe aguantar, pero ir vendiendo su vino para que cuando lleguen los nuevos vinos tenga la bodega vacía por la esperada y prácticamente segura bajada de precios. El comprador, igual, pero al revés, aguantar y comprar vino lo antes posible, calculando sus compras para que cuando salgan los vinos nuevos no tenga existencias de vino, ya que los podrá comprar más baratos.
Difícil equilibrio el que hay que hacer, pero estimo que es el más beneficiosos para ambas partes, cuando se mira, como lo hacemos nosotros, intentando ser equilibrados entre unos y otros y analizando, desde un prisma equitativo, lo que el mercado puede dar de sí. Luego todos sabemos que nos podemos equivocar, ya que el mercado, de vez en cuando, se aparta de la lógica y toma los derroteros más inesperados.
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