Con Castellucci concluye la etapa más fructífera de la OIV en su historia
Cuando termine el año 2013, Federico Castellucci, director general de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), concluirá su mandato tras ocho años de fructífera labor en la que logró colocar a este organismo intergubernamental en las
Nacido en la región italiana de Marches en 1951, Castellucci forma parte de la tercera generación de vitivinicultores de la Hacienda Castellucci que cultiva y elabora la Verdicchio dei Castelli di Jesi. Desde allí pasó a formar parte de la patronal italiana del vino Federvini, de la que fue director general durante un total de 15 años. Desde ahí tuvo sus primeros contactos con la OIV en la Comisión dedicada a los estudios de Derecho y Economía.
Hasta la llegada de Castellucci, la Organización, llamada entonces Oficina, servía para canalizar importantes estudios vitícolas y vinícolas, pero también como viaje de placer de algunos funcionarios y sus parejas de los países miembros, tanto productores como consumidores. Pero la realidad del mercado estaba tan lejos como el hombre de Marte en el siglo XIX.
Castellucci, un hombre de acción volcado a la realidad del mercado, se dio cuenta que no podía ser ajeno a una actividad económica que movió durante 2012 casi 22.000 millones de euros, valor de los más de 91 millones de hectolitros que circularon por todo el mundo. Y, desde su toma oficial de posesión en marzo de 2004, no ha cejado en conseguir que el principal objetivo de la OIV sea cuidar y espolear un mercado que ha generado mucha riqueza tanto en los países productores como en los países consumidores de vino. Buena prueba de ello es que en junio de 2008 fue reelegido con 114 de los 117 votos emitidos.
Dominador de las cinco lenguas oficiales de la OIV, Castellucci es un hombre afable, simpático, trabajador y, sobre todo, emprendedor. Su faceta empresarial ha guiado constantemente su labor al frente de este organismo que ya, por derecho propio, se ha situado como referente en el mundo de la economía del que, por otra parte, tantos años ha estado tan alejado.
Sus conferencias en foros internacionales, en la World Bulk Wine Exhibition (WBWE), hemos tenido la enorme suerte de contar con su presencia en dos ocasiones, tienen casi siempre un claro matiz económico y los estudios y estadísticas de la organización, bastante puestas al día en los últimos tiempos, rezuman información mercantil.
Pese a que la OIV esté compuesta, en buena parte, de funcionarios de las distintas Administraciones mundiales ligados al vino, la realidad ha cambiado tanto que hoy, esos mismos funcionarios, con las honrosísimas excepciones de aquellos que se dedican a otros menesteres como la investigación, tan importante como la faceta económica, tienen su mira puesta en el mercado. Y ese cambio de rumbo, conseguido en el tiempo récord de ocho años, se debe en buena medida al enorme trabajo desarrollado por Castellucci, con la inestimable ayuda hasta hace poco del español Ignacio Sánchez Recarte, que sirvió como eficaz ariete del director general a la hora de trabajar en pro del mercado.
A partir de enero le sustituirá en el cargo el francés Jean-Marie Aurand, en una vuelta a los orígenes en el que todo director general pertenecía al país vecino. Pero todo ha cambiado y Aurand, según sus palabras, parece que continuará la senda ya iniciada por Castellucci, hecho que, sin duda, redundará en beneficio de la Organización y, por ende, del sector del vino en su totalidad.
Periodista. Miembro de AEPEV y FIJEV
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