Ajenjo, absenta, hadas…todo un arte.
Hablar sobre el ajenjo, produce inevitablemente cierta atracción en muchos sentidos.
Hablar sobre el ajenjo, produce inevitablemente cierta atracción en muchos sentidos, ya que no solo se lo identifica con una bebida y todos sus colores, aromas, sabores, etc, sino también con la planta, que tantas historias entrelaza, y que pensar de toda la historia cultural que acarrea, con un sinnúmero de artistas e intelectuales, rodeando de calificado simbolismo a la absenta, quien tuviera la oportunidad de leer cada una de las historias de época, sería en realidad, un mundo más que fascinante.
Históricamente, al ajenjo lo registran tempranamente, los egipcios en el 1600 a.c. por todos sus efectos terapéuticos, siendo los digestivos, uno de los problemas médicos más serios en esas poblaciones, pero también los griegos, lo utilizaban para la malaria y por sus efectos de tonicidad, también utilizaron a la planta, desde Hipócrates, hasta Galeno.
Según se cuenta, un médico francés suizo, llamado Pierre Ordinaire, descubrió la receta en 1792, comercializándolo como elixir, el ajenjo es una planta medicinal que fue y es utilizada para alivio de muchas enfermedades. En principio, la absenta se elabora con la maceración y la destilación del regaliz, y con su principal ingrediente, que son los tallos y hojas de ajenjo, en el cual se encuentran los terpenos denominados, beta tuyonas, que son unos componentes que en la actualidad, se permite un máximo de 10 mg. por litro, la palabra absenta deriva del latín absinthium, que proviene del griego, apsinthion, que finalmente se traduce como no bebible, y era también conocida como “Fee Verte”, el hada verde, por la planta que la origina, llamada Artemisia absinthium. En los bares de Francia, el primer consumidor del ajenjo, fue la burguesía parisina, y entre finales del siglo XIX, y comienzos del siglo XX, se instaló en toda el círculo de la intelectualidad francesa, con decir que a las 5 de la tarde, se impuso como moda “la hora verde”, en el que todo el movimiento bohemio, se volcaba a los bares a beber absenta.
Fue en ese contexto, que intelectuales de todas las artes, como Van Gogh, Degas, Toulouse Lautrec, Paul Verlaine, Oscar Wilde, Gustave Flaubert, Arthur Rimbaud, Pablo Picasso, Edgar Alan Poe, y hasta cantantes como Carlos Gardel, que gustaba beber ajenjo y que hace referencia en algunos de sus temas, que cita del poeta Enrique Cadícamo, y así muchos otros, las grandes obras del pintor Edgar Degas lo describen brillantemente en “la absenta” en el café Guerbois, en el que muestra a una pareja adormecida, donde también enfoca el tema de la marginación y el aislamiento social, en el que Francia se encuentra, ya que habrá una etapa, que el consumo de ajenjo, pasará de la burguesía a las clases populares, o también lo reflejarán Picasso, con “El bebedor de absenta”, o Van Gogh con “Naturaleza muerta con absenta”.
La preparación de esta bebida, ya estaba rodeada de una mística y una ceremonia, e incluso no se lo bebía puro, ya que su graduación alcohólica llegaba hasta unos 89º, entonces se colocaba la absenta en una copa de cristal, con una cuchara con perforaciones, luego se colocaba un terrón de azúcar por arriba, y se le agregaba agua fría para rebajarla, hasta un tercio de la copa, y el contenido se lo bebía de un trago.
No es necesario aclarar, que este agregado de agua, era por el peligro de consumir el ajenjo en estado puro, y los problemas que normalmente ocasionaba su gran consumo, y es que a partir de esas épocas se comenzó ese extraordinario rito ceremonial, pero quien mejor que Oscar Wilde, va a resumir la problemática de su consumo…. “No maldecimos al mar por los desastres ocasionales que causa a nuestros marinos. Así como pertenecen al ajenjo vicios y peligros especiales, también posee gracias y virtudes que no adornan a ninguna otra bebida (…)”. Bon Appetit.
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